Este proyecto se centró en la recuperación y transformación de un aula escolar abandonada en un espacio pedagógico inclusivo, funcional y lleno de significado. La intervención fue más allá de una simple renovación física, buscando rescatar la memoria del lugar y adaptarla a las necesidades actuales de una comunidad educativa diversa.

Cada decisión de diseño, desde la orientación del mobiliario hasta la selección de materiales, se tomó para promover la accesibilidad, interacción y bienestar. Se priorizó el aprovechamiento de la luz natural y la fluidez espacial. En esencia, la arquitectura de este proyecto no solo construye, sino que también cuida, integra y dignifica el entorno educativo.

La renovación de esta aula es un claro ejemplo del poder del diseño unido a la solidaridad. Gracias a la colaboración de empresas privadas, voluntarios y la propia comunidad, un espacio que había sido olvidado se ha transformado en una herramienta de cambio social. Este proyecto subraya una creencia fundamental: que todos los niños merecen aprender en un entorno justo, sin importar sus habilidades o situación. En este espacio, cada diferencia es valorada, pues la verdadera educación florece cuando se crea un lugar para todos.